martes, 7 de junio de 2011

No. No lo intentes una vez más. ¿De qué sirve jugar a una partida que todos sabemos cómo acabará? ¿Acaso uno debe tropezar con aquella piedra que ve en su camino? Me niego. Quédate nuestras sábanas, porque guardan aquel recuerdo nuestro que tú más aprecias. Te puedes quedar con toda esa basura que te entregué. No vale nada ya. Te doy aquello con lo que me prometías tu amor. Incluso arrancaría cada beso que selló los minutos más felices de mi vida. Ya no te creo nada. Nada... Intento borrar cada pincelada que pasamos juntos durante esta vida. Por un momento pensé que aprendí a amar. Y ahora descubro que estaba condenada a intentarlo. No quiero. Y sí, has oído bien. Por una vez me abstengo a seguir tus jodidas reglas. No seré sumisa y cariñosa nunca más. Me despido de tí, y alejandome de nuestro mundo nisiquiera giro la cabeza. No hay fuerza que me atrape, ni cadenas que me aten. No me entra ni la tentación de recordad esa mirada que contempalaba antes de acostarme y después de levantarme. No tengo remordimientos. No lo echo de menos.